2 de julio de 2008

30 del seis del 8enta.

He optado dejar constancia sobre mi acción y condición mediante la presente nota.

Represento un individuo que se ubica dentro de ese estrato, claramente marcado en las ciudades capitáles, caracterizado por ser hombres entre 40 y 50 años, separado y con hijos en posesión de su mujer, con todas las razones de los mundos, soldado durante un año, carente de un conocimiento profundo en nada y en todo a la vez muy poco (defecto clave en mi supervivencia cambiante). Hoy en día el trabajo es ser taxista. Realmente no es el mejor laburo, ni mucho menos, pero la calle esta tranquila, los milicos lo acaparan a lo largo y a lo ancho. No se gana una mierda pero sos libre de hacer lo que a tus rulos se les ocurra. Ayer por la tarde, debo reconocer que recién ayer lo hice, leí la calcomanía que tenia el coche pegada en el parabrisas, cerca de la sombra del polarizado en degradé. El puto y tu hermana... decía, le habían arrancado el resto, termine con la tarea de sabotear la misión del pegador y con una tijera recorté la palabra puto, se la pegué a Santiago en la espalda. Esto lo tenia que decir, no creo que se halla dado cuenta todavía, tal vez lo entierren con esa campera y esa calcomanía algún día. Trabajo a la tarde-noche. Me gusta el atardecer y sus colores pastel en invierno. Disfruto soberbiamente de la sensacion causada por el oscurecimiento en la parte que me localiza en el globo terrestre. Lo mismo había sentido cuando mis hijos derramaban sueño y entraban en trance hacia la que algunos consideran "la verdadera realidad". Esto solo lo saben algunos de mis camaradas, llevo un arma a cuestas. Es una costumbre que decidí adoptar luego de ser asaltado por un nene de 13 años con un cuchillo ensangrentado. Señores, disculpen, yo le vuelo la cabeza con mi 38 largo. La teoría fue llevada a la práctica hoy por la tarde, la reacción se hizo acción, sucedió. Me bajé del auto lo mas rápido posible lo cargué y lo deposité en el baúl. Claro, antes de levantarlo le embolsé la cabeza para no manchar el tapizado que hoy había estado durante media hora desempolvando. Testigos hubo dos o tres, no son de mi preocupación, la ciudad es grande y yo este oficio no lo desempeño más. Mis manos, mis guantes, desaparecerán del paño. Durante hora y media fueron azotados los músculos de mis hombros y los de mis brazos. Cavar no fue la materia en la cual mejor me fue en la secundaria. El lote de girasol, con sus flores confundidas, parecía copiosamente grande y el pozo holgadamente hondo. Sepultada la prueba sepultado el asunto me dije. Luego, algunos años después mediante esta nota confeccioné este maravilloso cuadro.


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