Voy por la espalda, como buen traicionero, o mal perdedor, y lo empujo mientras le cruzo las piernas.
Gira y al caer me araña la cara de un zarpazo.
Lo dejo desplomarse, ahora con mas resentimiento.
Su cabeza se estrella en la única baldosa blanca.
Me mira mientras le pateo las costillas.
Se aferra demasiado a mi pierna derecha, no puedo impactarlo con comodidad.
Golpeo con mis puños cerrados su cara, tres o cuatro veces.
El intenta azotarme con sus piernas pero esquivo sus débiles golpes.
Le sostengo la cara con la mano izquierda propiciandole varios puñetazos seguidos con la derecha.
Lo pateo dos o tres veces mas, en las piernas.
- ¡Pará! ¡pará!, ¿quien sos?- me dice entre onomatopeyas de dolor-. ¡Hijo de puta! ¿por qué me pegás?, ¡pará hijo de puta! ¡pará!- inmóvil desde el suelo, tomándose la cara, escupiendo sangre me grita-.
Lo miro nuevamente con rabia, me saco la sangre de la cara, me toco las manos comprobando su entereza y sigo caminando.
Luego de media cuadra volteo.
- ¡¿y vos quien mierda sos?!- le respondí-.
22 de octubre de 2007
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2 comentarios:
¿Quién sos y por qué siento que ves lo que yo veo?
Nadie se atrevía a decir nada, se limitaban a observar la escena, resultaba tan pero tan divertida...
Toda huída implica detenerse y mirar hacia atrás para comprobar si aquello de lo que huías te sigue persiguiendo...
Este blog es casi adictivo.
jaja no había sentido esta puñalada, que bueno encontrar heridas... respuesta: Soy uno, que como todos, no entiende nada. Ah ese martes a la noche no entendía nada a la enésima potencia. O capaz lo soñé, no se. Impulsivos saludos.
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