2 de septiembre de 2007

Algo sobre el alma.

No dejes de cansarte, y nunca olvides el cansancio de la rutinesca vida, me dijo al oído mientras el bidé en forma de fuente se apoderaba de todo lo inerte con sus brazos hídricos.

Me veía incluido en la salsa de oraciones que hilvanaba en una suerte de suspiro. Sus letras obvias tatuaban mayúsculas y símbolos, enrarecidos por lo denso de mi sangre perturbada, sobre la piel de mis huesos. Se encontraba en ese estado de divulgación inconsciente, donde solo los adultos (adulterados) sabrán de mi referencia.

Espalda sobre azulejos blancos y tiznados le dirigía sus místicas conjunciones a mis ojos híbridos, serenamente muertos. Sujetaba, bajo el agua de su fuente, entre sus manos un papel escrito, no por el, pero tampoco por mi. Logré ver que decía, en letras muy pequeñas, "algo sobre el alma". Cuando notó mi mirada fija en el papel lo mojó un poco mas y haciéndolo una pelotita lo tiró hacia arriba y se lo tragó como si fuera un maní. Lo injurié, y lo hice nuevamente pero le importó tan poco como mojarse.

Extendí mi mano y la sujetó con fuerza, sabía que naturalmente no le haría daño alguno. Le ordené cerrar el bidé antes que el agua consiga conquistar algo mas que el baño. Lo hizo, cerró la llave y salimos, ambos mojados, se recostó en mi cama. Cuando cerró los ojos desperté, pero ya eramos uno nuevamente.

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