30 de agosto de 2007

El hecho que no exista

Tiempo atrás, el borde ardía
siendo su cuello el límite;
ante todo la noche y su azufre
veía sangre en océanos correr,
tan dementes y anonadados como
plumas cayendo en el suave caos.

Hace estrellas, las lineas en círculos
apoderaban su barcarola entre remos
que merman hiriendo;
y nada que denotar, cuando al
alcance solo retumban en cabezas
ígneas ofuscadas soluciones.
Tu yo, siempre tu yo.
Y nubes deshacen erguidos brazos
que hoy temen,
y vibran los pies si lo hace el pie,
o no tal vez, o gira la cuerda al metal.

Pinta tras pinta, se beben la sal.
Creyendo en tal fin cimenta tal virus.

Entre estruendos de mundo ileso, así
sin más, inflando el globo separo los
puntos,
y cae la tela, el telón, y la araña,
y sigue la obra, la gran proyección,
otro ítem difuso, el negro y frío,
vacío cajón. Ser, puede ser.

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