Al paso retorno obsecuente,
en resumen: la tibieza presente suspira
con su alameda en llamas,
¡y los cuervos rien!,
todo el entero frio de lanzas blancas pone
(sin heridas ni lágrimas) ya nomas su tilde
sobre las intemperiales cabezas, sobre Romulos
y Cristobales el punto final.
¡Y crepita y tiñe rojas ubres!
Caminos anchos renovaron la tersa tarde,
¿ansiaban tanto ser los anillos de fuego?;
en nombres de nemátodos, en su nombre
acerquemos aún Lunas al rodeo, podremos asi
silbar arrollando lúgubres cadaveres que no son
(¡ni menos ni aún!) llegadas audaces.
¡Y crepita y tiñe rojas ubres!
Se han besado como ahora ahullan,
seré neutral diciendo "se amaban".
No en ocasos, no en albores,
tendieron en si el plateau,
con visperas de talud ardieron anacrónicas.
Y a la entera hora vapor, teoria y canción,
y recta roca intrusiva y espeso matorral de ideas
profanaron. Ambos alados, inmersos en
recurrentes sentidos del momento.
¡Y crepita y tiñe rojas ubres!
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